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martes, 14 de octubre de 2014

LA HIENA Y EL CASTOR (Floren & Tino)

FLOREN era una hiena típica, de manual. Vivía de la pillería y de sus habilidades para enredar al personal. Difundía rumores, tergiversaba acuerdos, enfrentaba socios y amigos, todo con el fin de salirse con la suya y poder vivir de sus florecientes negocios.
Robaba los huevos de las gallinas y los substituía por cantos de rio,  seducía a los gazapos de los conejos para zampárselos como monas de Pascua, enfrentaba a los perros con los gatos para quedarse, en la refriega, con el rancho de unos y otros.  Mientras, adulaba a jaguares y ocelotes con el fin de contar con su protección. Nada ni nadie escapaba a su control. Floren era, en definitiva, una joya fina, para comprarla por lo que es y venderla por lo que parece.  Todo lo que tocaba se convertía en oro, bueno, a menos que se descubriera el fraudulento latón bajo la dorada capa de barniz.

TINO  era un castor feliz. Vivía en la porción de rio que sus padres le habían dejado en herencia. Allí construía diques con troncos de los árboles que crecían en sus fértiles riberas.  Ayudado de su castora y sus castorcitos crearon una pequeña empresa familiar (nunca mejor dicho) especializada en diques de gran calado. Sólo ellos sabían cómo retener aguas bravas en cañones profundos, y se hicieron famosos por la solidez de sus diseños. Donde Tino ponía sus barreras, se pescaban los peces más grandes y sabrosos de toda el área fluvial.
Cuando Floren supo de su existencia tuvo una idea genial, como casi todas las suyas: acostumbrado como estaba a fichar todo lo bueno que se moviera en su territorio, contrataría al castor y su familia para su nuevo proyecto. Con la finalidad de dominar y controlar el comercio del pescado de rio, debía evitar que cualquier otro animal se instalara allí. Construiría diques en plataforma, en la parte más profunda de ríos y lagos, donde otros depredadores de truchas y salmones no pudieran competir con él.

Floren & Tino, la Unidad de Trabajo Temporal creada para tal fin,  construyeron decenas de plataformas acuáticas en los lugares más estratégicos y profundos de las aguas bravas, y reforzaron a conciencia los segmentos más expuestos. Floren se cubrió legalmente las espaldas con un completo programa de garantías y acuerdos de indemnización, no fuera caso.
Una  vez  acabado, y asegurado el perfecto funcionamiento de las instalaciones,  la hiena Floren denunció inesperadamente al castor Tino, ante los guardas del parque natural,  por haber aceptado trabajar fuera de los límites ribereños establecidos para los castores. Lo podía demostrar con cientos de fotos que el confiado castor creyó  iban a servir para promocionar su esforzado trabajo. De nada valieron los lamentos y argumentos de los inocentes constructores de plataformas.  Floren esgrimió sus papeles legales y Tino y su familia se vieron obligados a exilarse aguas abajo, por sentencia judicial firme, con la obligación de pagar las costas del juicio y no acercarse jamás a las plataformas que, naturalmente, quedaron en propiedad de la empresa de Floren, quién continuó obsequiando con sabrosas truchas y salmones a las autoridades del lugar.


MORALEJA: Quién con HIENAS  negocia,  ESCALdado muere